viernes, 30 de octubre de 2009

El Conejo y la burbuja


El Conejo y la burbuja
(pequeño y cruel cuento sin sentido)


La niña tenía un vestido de taftan negro, que crujía con cada movimiento que ella hacia, un collar de puntillas raídas, guantes de encaje sin dedos y unos veintiocho años.
Se encontró con el conejo por casualidad., por que se puso a pasear y la vio, o al revés, o fue una foto que ella confundió creyendo ver una imagen de Loretta lux.
El corrigió el error.
Así fue.

Le hablo, la niña que tenia voz, le respondió.

Ambos estaban muy aburridos y la vida les pasaba por al lado.
-mira que yo no tengo corazón, estoy vacía- le repetía la niñas, el conejo solo movía las orejas.
Se encontraban todos los días en el mismo lugar.
Aunque jamás acordaban nada.
- toca tres veces la corteza de mi árbol y voy a estar- le prometió la niña, pero el conejo nunca tuvo que llamar.

El conejo estaba enamorado de una muñeca de plástico que como toda muñeca de ese material no tenía sentimientos.
-en realidad no me importa- le decía a la niña.
Pero ella nunca le creía, lo miraba bajar las orejas y comer pastito mientras la muñeca bailaba en su frente.

La niña vivía en una burbuja que colgaba de un árbol y siempre hacia lo que quería.
El conejo salía con una mujer a la que no admiraba.
La niña y el conejo se tiraban las tardes en el pasto a escuchar música.
La niña no entendía el concepto de salir por salir. Le era inconcebible que alguien invadiera su espacio personal por que si, el hecho de no soportar la soledad, no justificaba los abrazos vacíos.

Un día el conejo le contó de una novia del pasado que primero fue mejor amiga.
La niña lo reto- conejo malo, eso no se hace, los amigos son hermanos- y le contó de un niño-amigo, que de amor se arrastro a sus pies, y que ella jamás levanto.
Se quedaron en silencio.
La niña dijo- soy soberbia y cruel-, el conejo dijo- el sueño de todo hombre- a lo que la niña respondió – no, los hombres no me quieren -.
El conejo la vio triste, le dijo –mejor, por que vos sos una niña-.la niña sonrío.
El conejo movió las orejas, y se puso a peinar a la niña. La niña lo dejo hacer.

-mi mama me peinaba y me dejaba así-le contó un día la niña, mientras con las manos se estiraba el pelo hasta dejarse los ojos chinos, el conejo escuchaba atentamente.
- entonces, agarre una tijera y lo corte todo -continuo la niña- yo no quiero ser linda y hueca como las muñecas, yo quiero ser libre y estar en paz como este pasto- concluyo la niña mientras acariciaba el pasto bajo sus piernas dobladas.
El conejo se estremeció, al conejo le gustaba el pasto.

Todos los días a la misma hora el conejo trepaba a la burbuja de la niña y se zambullía en el ropero de esta, que como toda buena niña era compradora compulsiva y tenia montones. El conejo elegía que se pondría su niña.

La niña vestida de princesa pasaba las horas, tirada en el pasto, cantaba con su voz finita las canciones que les gustaban al conejo y a ella también.
Mientras el conejo pensaba en la muñeca de plástico.
La niña pensaba en muchas cosas, estaba triste, pero las lágrimas se le habían terminado hace ya mucho tiempo, la niña conocía los secretos del silencio y lo había vuelto su cómplice a la hora de huir.
El conejo se encontraba peinando a una niña que en realidad estaba muy lejos, la niña se volvía tenue y débil bajo las manos del conejo.
El conejo se olvidaba del tiempo, del sueño y del hambre y solo quería estar oyendo, hablando y mirando a su niña.
Otras veces la niña se cansaba de oír de la muñeca que era tan bella pero vacía y dormía.
Debió darse cuenta, la niña nunca le vendió algo que no era. pero algunos seres tienden a proyectar lo que desean y necesitan.
A veces pasaban días sin verse. Y no pasaba nada.
La niña un día le pregunto al conejo
-y vos, por que sos conejo.
El conejo guardo silencio, y después de un rato le dijo
- por que ser persona es deshumanizante-

Una mañana el conejo fue a buscar a su niña, pero la niña ya estaba en el pasto, con el vestido de princesa sucio y ajado, el cabello alborotado y las manos llenas de tierra, sacaba montoncitos a puñados con sus pequeñas garras y hacia crecer un pocito en el piso.
Sin mirara la conejo le dijo – ayer me desperté muy tarde, y vos no estabas por ningún lado, como puede ser una mascota que no aparece en todo el día? de que me sirve una mascota que desaparece así? no quiero. Es mejor estar sola. No esperar nada de nadie.
- ¿que estas haciendo?- fue lo único que respondió el conejo.
-te estoy enterrando- Respondió la niña.
Pasaron así toda la tarde. La niña se durmió junto a su pozo. Totalmente llena de tierra, las uñas, el pelo, hasta las pestañas.
Enterró un dibujo. Donde estaba todo el tiempo, palabras y verdades que compartió con el conejo.
El la levanto en sus brazos y la llevo a su burbuja.

Esa misma madrugada ella despertó, exploto su burbuja con un alfiler de gancho y se mudo de bosque.

El conejo no supo donde buscarla.
Conejo inexperto, debió escuchar las palabras de la niña.
Si bien las muñecas son vacías (además de huecas), y las mujeres son seres opacos y aburridos.
Nunca conviene quedarse con una niña. Por que las niñas además de crueles y soberbias, entre otras cosas, las verdaderas niñas: nunca tienen corazón.


Lizzethe Torrico
Blog de Liz

0 comentarios: